15/12/01

España: Seis años con jurado

Por María Gutiérrez

El jurado es un fracaso en España

Han pasado ya seis años desde que la Ley del Jurado entró en vigor. ¿Qué balance se puede hacer de su implantación? ¿Beneficia o perjudica al justiciable? ¿Qué problemas encontramos a la hora de someternos al veredicto de nueve ciudadanos sin conocimientos de derecho?

Ésta y otras cuestiones se suscitaron entre cinco compañeros: María Jesús Díaz Veiga, José Luis Galán, Begoña Lalana, Lourdes Peralta y Francisca Villalba. Durante varias horas los letrados, todos ellos con experiencia previa en juicio por jurado, debatieron los puntos más sobresalientes de un procedimiento que para muchos es aún desconocido.

Dado el interés de sus reflexiones hemos optado por una transcripción casi literal de la conversación, lo que nos obliga a dividirla en varias entregas que aparecerán en los próximos números. Entendemos que el tema merece la pena.

 
 
SIN LA VENIA: ¿Pensáis que el proceso de selección del Jurado es suficiente?
 
VILLALBA: A mí me parece que el cuestionario que rellenan los candidatos sobra. ¿Para qué quieres más?
  • N.T.: La justicia exige la selección de una persona idónea para juzgar (que nunca será posible con un simple cuestionario).
 
LALANA: Yo creo que es insuficiente porque la gente puede mentir en el acto de selección pero la información que te da la encuesta es indiscutible. No se les pregunta si tienen hijos y a mí en un caso me interesaban mujeres con hijos, quería que en mi jurado hubiera madres. Claro que iba de acusación, a la defensa igual le interesaba gente soltera. El cuestionario te debería dar datos que no dependan de cómo conteste un Jurado a las preguntas que se le formulen.
  • N.T.: Es lamentable que el resultado de un juicio dependa de que los miembros del jurado tenga hijos o no.
 
VILLALBA: Pero tú puedes recusar.

DÍAZ VEIGA: Las cuatro recusaciones que tienes son insignificantes, al final acabas escogiendo al menos malo.
  • N.T.: Siendo posible seleccionar excelentes jueces letrados, es absurdo conformarse con un jurado no preparado, cuyo único mérito sea ser el menos malo.
 
VILLALBA: Yo hice un curso en el que me recomendaron que no escogiese a los que me favorecieran sino a los que no me perjudicase. Yo creo que ese debe ser el criterio, quitarse a los que te puedan perjudicar. El problema es qué preguntas haces.
  • N.T.: La selección del jurado no selecciona personas, selecciona el veredicto que la parte (fiscalía o defensa) desean. Esto no tiene nada que ver con la justicia.
 
DÍAZ VEIGA: Claro, interrogar a los jurados y saber cómo van a enfrentarse a un juicio es muy complicado, porque si haces preguntas genéricas siempre contestan de una forma correctísima, vivimos en una sociedad en que hay cierta cultura de saber contestar. Para saber realmente qué tipos tienes enfrente yo no sé muy bien qué hacer. Creo que hay que hacer preguntas radicales a la gente. Si les preguntas si son racistas te contestan a coro que no pero cuando se meten los nueve ahí y se ponen a deliberar es otra cosa. Yo creo que el ser humano saca en ese momento sus peores instintos.
  • N.T.: El problema es que, al no fundar la sentencia, no decide la razón, sino los instintos (tal como lo pone de resalto este abogado).
 
GALÁN: El jurado yendo de defensa es muy jodido, el pueblo soberano cuando se pone justiciero... Yo prefiero el jurado si voy de acusación. La presunción de inocencia es un principio constitucional técnico, el Juez lo asume muy bien pero el ciudadano todavía tiene la idea de que si está aquí por algo será.
  • N.T.: Es la razón principal por la que el juicio por jurado es inconstitucional: porque no se resguarda debidamente el principio de inocencia.
 
DÍAZ VEIGA: Una historia que tienen los jurados es que les importa su propia piel. Si llevas a un pringao (de tez oscura) acusado de homicidio van a pensar: “a este tío lo absolvemos, va a la calle y coge a mi hija”. Se guían más por sus propios miedos que por la prueba que ven en el juicio.
  • N.T.: El principio de inocencia no se puede resguardar cuando el jurado, en vez de decidir en base a la prueba, decide movido por sus miedos.
 
VILLALBA: Yo no estoy de acuerdo. Una vez mi cliente se había comido ante el Juzgado su participación en los hechos y yo lo había admitido. Sin embargo el psiquiatra de la cárcel me dijo que no era cierto. Así que llegué al juicio y en las alegaciones previas dije que todo lo anterior no valía y con las pruebas del día a día se vio que era inocente. Y lo absolvieron.

GALÁN: Porque era un mendigo contra otro mendigo. Imagínate a un mendigo contra un ciudadano corriente. Si la víctima hubiera sido un estudiante...
  • N.T.: El principio de inocencia no se puede resguardar cuando el jurado, en vez de decidir en base a la prueba, decide movido por sus prejuicios.
 
 
SIN LA VENIA: ¿Cómo influye en el juicio el nivel cultural de los miembros del jurado?
 
GALÁN: Yo me quité de en medio un tío que era un líder nato, era jugármelo a un sólo jurado.

PERALTA: Yo tuve uno que parecía el líder y me dirigí a él todo el tiempo. Es cuestión de suerte.
  • N.T.: ¿Quién puede llamar justicia a dejar el veredicto en manos de la suerte?
 
DÍAZ VEIGA: Vamos a ver, yo creo que los jurados no son tontos, he visto que es gente que se lo toma con muchísima responsabilidad, que en el debate participan y creen que es una cosa muy seria... Otra cosa es que a la hora de dictar el veredicto primen determinadas emociones que son ajenas a lo que ha pasado en el juicio. Gente que ellos piensan que puede ser un peligro social. En determinados asuntos, tienen unos condicionantes muy fuertes para juzgar con una cierta parcialidad, bueno pues porque no les gusta la pinta del tipo, por ejemplo.

GALÁN: Yo tuve un cliente tan agresivo que no había modo de relacionarle con la presunción de inocencia. El aspecto y el comportamiento del acusado es fundamental.
  • N.T.: ¿Y la justicia? ¿Y el principio de inocencia? Bien, gracias...
 
 
Publicación "Sin la Venia"
15 de diciembre de 2001